Los 8 tipos de inteligencia emocional (y sus características)

La inteligencia emocional es un concepto universal, pero existen diversas vertientes que tratan de explicarlo con distintos enfoques. Hacemos un recorrido por cada uno de ellos.

Tipos inteligencia emocional

Los humanos somos seres sociales por naturaleza, nos guste reconocerlo o no. Aristóteles, en su obra La Política (siglo IV a. C), postuló la siguiente idea: de todo esto es evidente que la ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre es por naturaleza un animal social, y que el insocial por naturaleza y no por azar es o un ser inferior o un ser superior al hombre. Sea o no de nuestro agrado, requerimos de los otros para ser, pues la forma de socialización es una de las partes que nos definen como entes individuales.

Se estima que, una persona media, a lo largo de 60 años de vida, conoce casi a 5.000 personas diferentes. En una escala temporal más pequeña, cabe destacar que los seres humanos articulamos unas 14.000 palabras de media cada 24 horas, 7.000 en hombres y 20.000 en mujeres. Con estos datos, solo queremos evidenciar lo asentada que está nuestra sociedad en el conocimiento del resto y la comunicación entre entes diferentes.

Saber hablar y escuchar es un buen comienzo para tener relaciones sociales sanas y llegar a alcanzar metas grupales, pero no el único requisito. A continuación, exploramos ideas de crecimiento personal, autorreconocimiento, empatía y muchas más cosas, pues te lo contamos todo sobre los 8 tipos de inteligencia emocional y sus características.

¿Qué es la inteligencia emocional?

La inteligencia emocional (EI, por su traducción al inglés Emotional Intelligence) se define como la capacidad de los individuos para reconocer sus emociones y las de los demás, discernir entre diferentes sentimientos, categorizarlos correctamente y usar información de índole emocional para actuar en consecuencia con la situación concreta que se está desarrollando.

Según Peter Salovey (uno de los pioneros líderes de la inteligencia emocional y de la investigación de la promoción de la salud) la EI se puede definir como “la capacidad de monitorizar las emociones propias y las ajenas, discriminar entre emociones y poder categorizarlas y, en consecuencia, utilizar información emocional y guiar así los actos y pensamientos propios.

El psicólogo social ya citado y otros profesionales en la materia (John Mayer, David Goleman y Konstantin Vasily Petrides) han propuesto tres modelos para explicar la inteligencia emocional. Comenzamos describiendolos para, posteriormente, diseccionar los diferentes componentes de la EI.

Qué es inteligencia emocional

¿Cómo se clasifica la inteligencia emocional?

Cabe destacar que, aunque se conocen tres modelos principales de inteligencia emocional, estos no son mutuamente excluyentes. A pesar de las discrepancias terminológicas que llevan años inundando la discusión de la EI en el ámbito psicológico, es de gran interés describir estos modelos. Vamos a ello.

1. Modelos de la habilidad

Estos modelos fundamentan el constructo de la inteligencia emocional en las habilidades para el procesamiento de la información emocional. Como diferencia con otras vertientes, en esta no se tienen en cuenta los componentes de la personalidad individual.

Los modelos basados en la habilidad se basan en la utilización de las emociones como herramientas a la hora de comprender y navegar un entorno social. La capacidad para percibir y utilizar la información emocional se traduce en una serie de conductas adaptativas. En resumen, se defiende la EI como una herramienta para percibir, evaluar, expresar, manejar y autorregular las emociones de un modo inteligente en una situación dada.

2. Modelos del rasgo

Estos modelos (basados en la teoría del rasgo o Trait theory, que supone la existencia de características estables en la estructura de la personalidad de los individuos) defienden que la inteligencia emocional es “una constelación de autopercepciones emocionales localizadas en los niveles más bajos de la personalidad”. Dicho de forma más sencilla, la EI consiste en el entendimiento y percepción de las emociones propias y, consecuentemente, la utilización de los rasgos de la personalidad para investigar los campos de la inteligencia emocional.

Como diferencia con la corriente anterior, en esta se concibe la EI como las habilidades percibidas por uno mismo (self report), a diferencia de las habilidades objetivas presentadas en el modelo de las habilidades. Puede parecer lioso, pero en resumen, en esta ocasión la habilidad es realmente lo que percibe la persona de ella, o lo que es lo mismo, es imposible separarla de la personalidad individual.

3. Modelos mixtos

El modelo mixto, postulado por Daniel Goleman (psicólogo, periodista y escritor estadounidense) en su libro Emotional Intelligence (1995) es el más famoso a la hora de definir la inteligencia emocional. En esta ocasión, la EI se divide en 5 rasgos de la personalidad, cuyas particularidades te contamos a continuación.

3.1 Conciencia de uno mismo (self-awareness)

En este punto (y para facilitar explicaciones posteriores), es necesario destacar que conciencia y consciencia no son del todo lo mismo. Un perro es consciente cuando está despierto, pues percibe el entorno, sabe que existe y es capaz de responder en consecuencia a él. Cuando un animal cae desmayado, pierde la consciencia.

Por otro lado, la conciencia es algo más complejo de definir. Los seres humanos somos conscientes, pero damos un paso más allá en la escala psicológica, pues nuestros actos también tienen cierta carga dependiendo de la ética y la moral propias. Así pues, una persona es consciente cuando no ha perdido el conocimiento, pero también demuestra conciencia al actuar de la manera que ella cree ética y aceptable, según sus valores.

Para que la inteligencia emocional se desarrolle correctamente, toda persona debe presentar conciencia propia o self-awareness. Al ser capaces de reconocer nuestros propios sentimientos y emociones, podremos aprender a aplicarlos en un ámbito concreto de la forma más efectiva posible.

3.2 Autorregulación (self-management)

Este término es bastante autoexplicativo, pues hace referencia a la capacidad para controlar los impulsos y las asperezas temperamentales. Para ello, es necesario definir una serie de metas y objetivos antes de cada interacción: ¿voy a conseguir algo enfadándome? ¿Qué es lo que la otra persona espera de este intercambio? ¿ Es útil mostrar desagrado en este momento concreto? La autorregulación no se basa necesariamente en no sentir cosas negativas, sino en saber canalizarlas y dejarlas salir de la forma más sana y constructiva posibles.

3.3 Motivación (Motivation)

La motivación es necesaria para la creación de un impulso que ponga en obra un medio o acción deseado, o para que deje de hacerlo. Ser perseverante, tener voluntad, mostrarse animado y ser energético es esencial para tener una inteligencia emocional adecuada y constante en el espacio y tiempo.

3.4 Empatía (Self-awareness)

La empatía se define como la capacidad que tiene una persona para percibir sentimientos, emociones y pensamientos ajenos con un mecanismo basado en el conocimiento del otro como similar. Al ponerte en los zapatos de la persona con la que estás interactuando, es más fácil entender por qué actúa como lo hace y modular la situación en búsqueda de un fin común.

De todas formas, ten cuidado: ponerte en el lugar del otro no significa manipularle para obtener un bien propio, fingiendo que entiendes lo que está pasando. La empatía busca un puente emocional entre ambas partes para llegar a un fin común mutuamente positivo, así que no se trata de un mecanismo psicológico unidireccional.

Empatía

3.5 Habilidades sociales (Relationship management)

En este último punto, se cuantifica la capacidad del individuo para generar respuestas positivas en el entorno, pero sin caer en mecanismos de control emocional. Con todos los rasgos anteriores, una persona debe ser capaz de “leer” el entorno y actuar en consecuencia a lo que se requiere o espera de ella. Lo que en un momento es socialmente aceptable puede no serlo en otro.

Resumen

En resumen, la inteligencia emocional es un concepto único, pero esta se puede escindir en tres modelos diferentes, dependiendo del peso que se le dé a cada factor (personalidad VS habilidades, por ejemplo). De todas formas, en todos los casos nos estamos refiriendo a un constructo social que permite que el individuo se desarrolle de la mejor forma posible en un entorno concreto y suscite una respuesta positiva sobre el resto.

Como último apunte, cabe destacar que no nacemos con inteligencia emocional. Esta se desarrolla a lo largo del tiempo y, dependiendo del entorno y de las oportunidades sociales que ha tenido la persona, puede brillar por su ausencia. Por suerte, la ayuda psicológica le enseñará al paciente a ponerse en los zapatos de los demás y actuar en consecuencia a lo socialmente aceptado.

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