Indefensión aprendida: qué es y cómo nos puede afectar

La indefensión aprendida provoca que el paciente sienta que no puede actuar de ninguna forma para cambiar el curso de los acontecimientos. Por ello, este recurre a la pasividad.

Indefensión aprendida

El estado de indefensión (o helplessness en inglés) se define como una situación en la que el paciente siente que no tiene la capacidad de hacer nada, es decir, que ninguna de sus decisiones van a afectar en el desarrollo de los acontecimientos. Es un abandono de acción precedido por la convicción de que, hagamos lo que hagamos, el desenlace de una situación concreta es completamente inevitable. Por claro que parezca el concepto, cabe destacar que la indefensión puede ser objetiva o subjetiva.

Como con todos los hechos cuantificables en esta vida, la indefensión objetiva se puede calcular en base a ciertos parámetros. Un animal está objetivamente indefenso con respecto a un desenlace determinado (O) si la probabilidad de (O), ante una respuesta dada (R), es la misma que la probabilidad de (O) si el animal no hubiese hecho nada (notR). Si esto es aplicable a todas las respuestas ante un evento dado, el ser vivo está viviendo, de forma objetiva, una indefensión (O + R = O + notR).

La indefensión subjetiva, por desgracia, es otro cantar. El animal debe detectar la “falta de contingencia” ante un evento dado y, en cierto modo, ser capaz de predecir que los intentos futuros de acción no van a servir para nada después de realizar una acción concreta. Ya no nos movemos solo en una acción y reacción, sino en lo que el ser vivo espera de la interacción para no actuar en situaciones futuras. Como podrás imaginar, esto es prácticamente imposible de cuantificar en animales, pues entramos en terrenos cognitivos complejos.

Con base en estas premisas, es interesante conocer que el estado de indefensión se puede aplicar en el ser humano, más específicamente en un concepto conocido como “estado de indefensión aprendida” (Learned Helplessness o LH). Si quieres saberlo todo sobre esta apasionante condición, continúa leyendo.

Los experimentos que descubrieron el estado de indefensión aprendida

En primer lugar, debemos fijar nuestra atención en el artículo científico "Learned helplessness", publicado en el Annual Review of Medicine en el año 1967, por el psicólogo americano Martin Seligman, pues en sus hallazgos se encuentran los primeros indicios de indefensión aprendida en animales. En la parte uno de los estudios aquí recogidos, tres grupos de perros fueron sujetados con arneses y sometidos a distintos escenarios:

  • Los integrantes del grupo 1 de perros fueron sujetados con arneses y luego liberados tras un tiempo. Son el segmento “control” del experimento.
  • Los grupos 2 y 3 seguían una dinámica completamente diferente, pues se emparejaron en tándem.
  • Los perros del grupo 2 recibían una leve descarga en intervalos aleatorios que podían parar al accionar una palanca.
  • Cada perro del grupo 3 estaba emparejado con uno del grupo 2. Cuando el can del grupo 2 recibía una descarga leve, el del grupo 3 también la experimentaba.
  • La clave se encuentra en que los perros del grupo 3 no podían hacer parar la descarga con una palanca. Para ellos, el desenlace de la situación era inevitable.

En la segunda parte del experimento, los perros fueron colocados en una instalación con dos mitades separadas por una pequeña elevación. Una de las mitades daba descargas aleatorias, mientras que la otra no. Los canes del grupo 1 y el grupo 2 saltaban al otro lado de la instalación cuando recibían una descarga, pues allí estaban a salvo.

Sorprendentemente, los perros del grupo 3 no intentaban escapar de la descarga, pues simplemente se tumbaban y esperaban a que el estímulo cesara, a pesar de poder saltar igual que el resto a la zona segura. Estos canes habían asociado a la descarga a un evento inevitable y, por tanto, no trataban de ponerle fin de ninguna forma. Con este complejo e intrincado experimento, se sentaron las bases de la indefensión aprendida.

Experimentos indefensión aprendida

Anotaciones

Cabe destacar que estos experimentos violan prácticamente todas las legislaciones vigentes en la actualidad sobre el bienestar animal. Ningún procedimiento experimental se hace con modelos caninos a menos que sea estrictamente necesario y, en caso de serlo, el dolor debe ser mínimo en todos los casos y cualquier procedimiento se tiene que llevar a cabo bajo anestesia local o general, independientemente de la especie utilizada.

Este experimento es fruto de una investigación en el año 1967, cuando los límites de la legalidad en el ámbito científico era mucho más laxo. A día de hoy, justificar una metodología como esta ante un comité ético de bienestar animal es, cuanto menos, difícil.

¿Qué es la indefensión aprendida en humanos?

Más allá de los experimentos con descargas eléctricas, el término indefensión aprendida se usa hoy en psicología humana para describir a aquellos pacientes que han “aprendido” a comportarse pasivamente, con la sensación subjetiva de no poder hacer nada ante una situación desfavorable concreta.

A diferencia de la indefensión objetiva en otros animales, en nuestra sociedad siempre es posible actuar de cierta forma para tratar de cambiar las cosas, así que no se concibe el mismo nivel de determinismo que en el experimento previamente citado. La persona que adopta este mecanismo cree que no puede hacer nada, pero en ningún caso tiene la seguridad real de que sus actos vayan a ser vacuos.

Así pues, la indefensión aprendida se considera como el fallo humano a la hora de perseguir, utilizar o adquirir respuestas adaptativas de forma instrumental. Las personas que sufren de LH creen que las cosas malas van a pasar sí o sí, pues ellas no tienen los medios necesarios para evitarlo. Este evento psicológico sucede sobre todo en pacientes que están expuestos a problemas por largos periodos de tiempo, especialmente en épocas vulnerables durante el desarrollo. En estos casos, se aprende que las respuestas y los eventos no están conectados, lo que dificulta los procesos de aprendizaje y desemboca en inactividad.

Indefensión aprendida humanos

¿Cómo afecta la indefensión aprendida?

La indefensión aprendida (o learned helplessness, LH) es común en personas que tienen un historial de abuso y/o negligencia durante la infancia o la adolescencia temprana. Además de fomentar la aparición de trastornos de apego y otros eventos psicológicos, el paciente se culpa a sí mismo de la dinámica abusiva y, como consecuencia, desarrolla LH, ansiedad y un estado de inactividad muy marcado. La negligencia temprana también se manifiesta con síntomas similares, pues el niño cree que su situación es merecida independientemente de cómo se comporte.

Por otro lado, la indefensión aprendida también puede aparecer en pacientes adultos, sobre todo en ancianos. El sentir la pérdida de facultades y tener una mochila de vivencias negativas favorecen este mecanismo emocional, pues pase lo que pase, una persona mayor va a envejecer “independientemente de lo que haga” (esto no es cierto, ya que se pueden tomar muchas medidas para cuidarse en la tercera edad).

A modo de cierre de esta temática, te presentamos una serie de síntomas que te ayudarán a detectar tintes de indefensión aprendida en tu propia persona o en tus allegados. No te los pierdas:

  • Miedo constante: en el LH, se rompe en cierto modo el vínculo entre la respuesta-efecto. Por ello, el paciente cree que le pasarán cosas malas, independientemente de lo bien que haga las cosas o cómo se comporte.
  • Ansiedad generalizada: este estado de miedo y pesimismo continuos se traducen en ansiedad, que se puede cronificar a lo largo del tiempo.
  • Pasividad: es el signo más claro de indefensión aprendida. Al paciente le pasarán cosas malas, pero se mostrará inactivo ante ellas.
  • Depresión: las personas con LH pueden desarrollar depresión, lo que se traduce en una miríada de síntomas diferentes, tanto fisiológicos como emocionales.

Conclusión

El estado de indefensión aprendida es completamente subjetivo, pues es imposible establecer una causalidad en el 100% de los casos fuera del ámbito experimental. Aplicar una descarga (O) independientemente de la respuesta de un animal (R) es posible cuando este está atado en un entorno controlado, así que se cumple la regla de que el desenlace (O) es el mismo haya respuesta o no (notR). Por suerte, esto nunca se aplica en el entorno humano.

La terapia cognitivo-conductual se basa en una premisa férrea: todo lo que se aprende, se puede desaprender. Por ello, el primer paso para abordar un estado de indefensión aprendida siempre es pedir ayuda profesional. Así pues, con el simple acto de buscar tratamiento psicológico, la acción del paciente ya está condicionando el potencial desenlace de cualquier situación. Romper este ciclo de pesimismo e inactividad es posible, siempre que se busquen las herramientas psicológicas adecuadas.

Indefensión aprendida conclusión
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