12 normas para una vida familiar feliz y plena

Todos queremos tener una familia feliz y todos podemos tenerla.

Normas para una vida familiar feliz

Poder vivir en armonía en el entorno familiar es posible. La familia debe ser un lugar donde cada miembro se sienta seguro, comprendido y apoyado. Para lograr esto hay que tener una actitud adecuada y seguir algunas normas para lograr una vida familiar feliz.

Si bien cada integrante del seno familiar tiene que poner de su parte, los pilares de la unidad familiar son los padres. En ellos recae la responsabilidad de guiar a los hijos y de llenar el ambiente en la casa con armonía y amor.

Te damos las 12 normas para tener una familia feliz

Para que haya calor de hogar debe haber una sensación de armonía en la familia. No obstante, hay que lograr el equilibrio entre un entorno confortable donde todos se sientan a gusto, a la vez que se respetan las reglas y se asumen las consecuencias de ignorarlas.

Durante las últimas décadas, muchos expertos en psicología y en sociología de la familia se han dedicado a estudiar qué factores ayudan a que las familias vivan felices y sean funcionales. A partir de todos estos estudios, hemos extraído estas doce normas fundamentales.

Conseguir esto no es tan difícil. Basta observar objetivamente aquellos aspectos que podrían estar fallando y tener la disposición de hacer pequeños cambios para tener una duradera vida familiar feliz y plena.

1. Comunicación efectiva

La clave principal de cualquier relación personal es la comunicación. Pero, en el caso de la familia, hay que tener cuidado en cómo fluye. Los padres deben tener cuidado de no estar llevando a cabo una comunicación unilateral que no incluya o considere la opinión o las necesidades de sus hijos.

Escucharlos con atención, respeto y empatía es parte de una comunicación efectiva. Todos los miembros de la familia deben sentir la confianza de poder hablar, especialmente sobre asuntos importantes, con la certeza de que serán escuchados con atención y sus necesidades serán atendidas convenientemente.

2. Límites y reglas claras

Las reglas permiten una mejor convivencia para una vida familiar feliz. Así como se necesita la apertura suficiente para que haya una buena comunicación, se necesita también establecer reglas y límites claros, coherentes y que sean del conocimiento de todos.

Los límites son fundamentales para generar un ambiente de respeto. Estos límites se transmiten a través de las reglas, las cuales se establecen según las costumbres, hábitos y creencias de cada familia. Una familia que tiene unas normas claras refuerza el valor de la coherencia y la asunción de responsabilidades.

3. Flexibilidad

Para que las reglas se respeten, debe existir flexibilidad. Si bien son los padres de familia quienes deben discutir y decidir en conjunto cuáles serán las reglas, siempre debe existir la disposición de escuchar a los demás miembros y considerar la posibilidad de modificar alguna regla.

Por eso es importante la comunicación abierta, pues es por medio de esta herramienta que se tendrá la facilidad de entender y determinar si hay alguna regla que pueda reconsiderarse o si por el contrario debe seguir tal y como está.

4. Claridad y coherencia

Las reglas deben ser claras y mantenerse coherentes. Es decir, deben entenderse y los padres deben asegurarse que los hijos realmente saben en qué consisten esas reglas. Además, debe haber coherencia y constancia.

La coherencia se refiere a que las normas deben estar en sintonía con las creencias y hábitos de la familia y de los propios padres. No podemos exigir algo en lo que nosotros mismos no creemos o no hacemos. Además estas reglas deben ser válidas en todo momento y para todos los integrantes de la familia por igual, para evitar perder coherencia.

5. Poner el ejemplo

El principal trabajo de los padres es predicar con el ejemplo. No basta con hablar con los hijos o castigarlos por tener malas conductas, lo que más impacta en sus vidas es el ejemplo que nosotros damos en nuestra forma de actuar del día a día.

Si buscamos en nuestros hijos la disciplina, los buenos hábitos y el esfuerzo diario, nosotros mismos debemos tener esa actitud ante la situaciones diarias. Sobre todo en los primeros años de vida, esto resulta más impactante y genera un aprendizaje más significativo que todas las largas explicaciones e incluso castigos que se puedan dar por un mal comportamiento.

Familia unida

6. Respeto

El respeto es un pilar fundamental para lograr la armonía en nuestras relaciones personales. Todos queremos tener una vida familiar feliz y plena, y el respeto debe estar presente en todo momento y en todas direcciones.

Es decir, que al mismo tiempo que se enseña a los más chicos a ser respetuosos con los adultos y con sus iguales, los padres y hermanos mayores deben también ejercer ese respeto en todo momento.

7. No violencia

La violencia física debe eliminarse si se quiere lograr una vida feliz en familia. Si los golpes son inaceptables entre los padres, lo deben ser también hacia los niños. Se ha demostrado que este método de crianza y educación no produce buenos resultados y causan conflictos psicológicos a corto, medio y largo plazo.

Aunque se crea que con los más pequeños es válido repartir bofetadas o manotazos para educar, lo cierto es que solo genera resentimiento, miedo, culpa o tristeza que al paso del tiempo puede terminar por romper el vínculo afectivo entre padres e hijos.

8. Inteligencia emocional

Desarrollar la inteligencia emocional prácticamente asegura una tener una familia feliz. Gestionar las emociones puede ser una de las situaciones más complejas a las que nos podemos enfrentar los seres humanos.

En el caso de los niños es aún más complicado, pues apenas están en el proceso de aprender a hacerlo. Es responsabilidad de los padres enseñar a los menores el manejo correcto de emociones, lo cual desarrolla una inteligencia emocional que será de gran ayuda en su vida adulta.

9. El afecto no se niega

Los seres humanos necesitamos sentirnos amados y aceptados. Y el afecto no debe ser un objeto de cambio o de chantaje por buenas o malas actitudes. Es decir, aun cuando la actitud no haya sido la correcta, si la persona solicita afecto, no debe negarse.

Esto es importante sobre todo en los niños. Aun cuando una conducta sea castigada, no hay razón para negar un abrazo o consuelo, sobre todo si la otra persona lo pide. Hacer lo contrario genera desconfianza y sentimientos de soledad.

10. Tiempo de calidad

Pasar tiempo en familia debe ser prioridad. A pesar de que en ocasiones los horarios de trabajo extensos o las actividades de cada miembro de la familia puedan dificultar esto, siempre debe ser prioridad pasar tiempo en familia.

Este tiempo se necesita para estrechar vínculos, abrir la comunicación y realizar actividades juntos. No importa que no pasen mucho tiempo juntos, lo importante es que cuando lo hagan pongan atención unos en los otros y aprovechen para charlar y realizar actividades juntos. Es lo que se conoce como tiempo de calidad: no es necesario estar las 24 horas del día juntos, pero las horas que sea posible, hay que dedicar atención, esfuerzo y comunicación para estrechar lazos y mejorar la confianza entre todos.

11. Vivir experiencias únicas

Además del tiempo de calidad, hay que buscar momentos que generen experiencias inolvidables. Unas vacaciones, un fin de semana a un lugar divertido, una fiesta inolvidable, son actividades que pueden realizarse en familia con el objetivo de crear momentos únicos.

Lo mejor es pasar esas experiencias únicamente en familia. Es decir, preferentemente no incluyan a amigos o familiares lejanos. El objetivo es que se conviertan en recuerdos que generen un sensación de intimidad y pertenencia, ya que solo los involucran a ustedes.

12. Mantenerse atentos

Para lograr una vida familiar feliz y plena, no hay que bajar la guardia. Cada etapa en el crecimiento de los niños es única, diferente y presenta retos nuevos. Es importante mantenerse receptivos a los cambios para hacer los ajustes necesarios en la vida familiar.

Las reglas, los límites y las necesidades seguramente cambiarán a lo largo del tiempo. Por esta razón hay que estar atentos y sensibles para poder determinar en qué momento cada cosa debe cambiar para el beneficio de todo el entorno familiar.

Referencias bibliográficas

  • Estrada, L. (2003). El ciclo vital de la familia. México: Grijalbo.

  • Instituto Juan Pablo II para la Familia (2002). Memorias del 3er Congreso Nacional de la Familia. México: Ediciones Castillo.

  • Vázquez de Prada, Mercedes (2008). Historia de la familia contemporánea. Rialp.

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