Los 5 tipos de acoso (causas y consecuencias)

Hablamos de acoso cuando un individuo persigue, hostiga o molesta a otro. Se trata de un tipo de violencia que puede manifestarse de muchas formas y en distintos escenarios. Veamos qué tipos de acoso existen.

Tipos acoso

Por desgracia, la palabra acoso es un término muy extendido y que todos hemos oído en alguna ocasión. Acosar es una acción que puede manifestarse de muchas maneras. Una persona que acosa a otra puede emitir amenazas, rumores, ataques físicos o verbales e incluso puede favorecer el aislamiento y exclusión de la víctima. Este fenómeno se puede observar, además, en una gran variedad de escenarios. Podemos hablar de acoso en centros escolares, empresas, relaciones sentimentales, medios de comunicación e incluso en internet. Por todo ello, el acoso es un fenómeno universal y muy frecuente.

Aunque el acoso ha existido desde siempre, en la actualidad la sociedad ha desarrollado una sensibilidad mucho mayor hacia este problema. Hace tan sólo unas décadas, muchas situaciones de acoso se encontraban normalizadas o eran mantenidas bajo secreto. Por ello, era habitual que no se tomasen medidas al respecto, favoreciendo la exposición prolongada de la víctima a su agresor. Así, se entendía que el acoso era un evento inevitable e incluso se concebía como algo esperable en muchos casos. Ejemplos de ello son la visión del acoso escolar como tonterías de niños o el acoso laboral como parte de la jerarquía de poder entre jefe y empleado.

Como decíamos, hoy en día esta situación ha empezado a cambiar. El acoso en sus diferentes formas se encuentra reconocido como un delito, por lo que se trata de una acción castigada con una pena mayor o menor en función de su severidad. Sin embargo, lo más destacable en los últimos tiempos ha ido más allá del plano legal, pues hablamos de todo un cambio de mentalidad en la población.

Ejemplo de ello lo encontramos en el famoso movimiento Me Too contra el acoso sexual hacia mujeres y en las medidas y protocolos cada vez más rigurosos que se aplican para combatir el acoso escolar en las aulas. Debido a la importancia de detectar y actuar ante este fenómeno, en este artículo vamos a repasar los principales tipos de acoso para conocer en qué consiste cada uno de ellos.

¿Qué clases de acoso existen?

A continuación vamos a conocer los tipos de acoso que existen y sus respectivas características. En algunos casos se pueden producir diferentes tipos de acoso de forma simultánea. Por ejemplo, un adolescente que sufre acoso escolar en el aula también puede estar recibiendo amenazas de sus agresores por redes sociales. La base de todo tipo de acoso siempre implica una asimetría de poder entre agresor y víctima.

Muchas veces esta diferencia viene dada de manera formal, siendo el ejemplo más claro la relación entre un jefe y su empleado. En otros casos, esta se va construyendo progresivamente, de forma que el agresor se encarga de mermar poco a poco la autoestima y el sentimiento de seguridad de su víctima. Esto se puede observar en el acoso que se da en las relaciones de pareja o en el acoso escolar.

1. Acoso escolar (bullying)

El acoso escolar, también conocido como bullying, es uno de los tipos de acoso más conocidos y frecuentes. Este fenómeno ha sido ampliamente investigado, debido a que se produce en prácticamente todos los centros escolares en mayor o menor medida. Los estudios al respecto han favorecido que el acoso escolar sea tomado en serio y sea abordado como la violencia que es.

El bullying genera efectos devastadores en el menor que lo sufre, generando no solo un profundo daño en su autoestima, sino también en su forma de percibir el mundo. Los niños y niñas acosados asumen que merecen la violencia que sufren, que no tienen derecho a relaciones saludables con los demás y que, en definitiva, no están nunca seguros. Por esta razón, es frecuente que aparezcan problemas psicológicos como ansiedad y depresión, con frecuentes somatizaciones relacionadas con el temor a ir a clase como la falta de apetito o las alteraciones del sueño.

El acoso escolar puede darse de múltiples formas, pudiendo darse insultos, amenazas, humillaciones y exclusión, aunque también agresiones físicas, robo de objetos o difusión de mentiras acerca de la víctima. La gravedad del acoso pasa porque se trata de una violencia que incide sobre un menor en pleno proceso de desarrollo psicológico. Por todo ello, una experiencia de este tipo, especialmente cuando no es abordada, genera un daño que puede mantenerse hasta la vida adulta.

En la actualidad, todos los centros están legalmente obligados a actuar ante una situación de acoso en sus aulas. Además, el acoso está recogido como un delito, por lo que puede ser denunciado. Por supuesto, además de estas medidas es fundamental la labor de prevención. Para ello, resulta crucial el trabajo desde edades tempranas que favorezca el desarrollo de habilidades de comunicación, asertividad, empatía, resolución de conflictos, etc. Por supuesto, también debe trabajarse con aquellos alumnos con situaciones difíciles en casa, ya que muchos menores agresores actúan por pura imitación de los modelos que ven en casa.

Acoso escolar

2. Acoso laboral (mobbing)

El acoso laboral, también conocido como mobbing, comparte bastantes similitudes con el acoso escolar, con la diferencia de que este se produce en un entorno de trabajo y no en un centro educativo. El acoso laboral puede llegar a ser muy grave, debido a que la víctima suele encontrarse atrapada en un entorno amenazante en el que día a día es atacada por su agresor.

Este acoso puede cobrar dos formas en función del vínculo existente entre agresor y víctima. Hablamos de acoso horizontal cuando éste se produce entre personas que ostentan cargos similares, mientras que el acoso vertical se produce entre personas que ocupan puestos distintos en la jerarquía de poder de la organización.

En cualquier caso, hablamos de un fenómeno especialmente habitual en países desarrollados. En los últimos años se ha comenzado a poner el foco en esta problemática con el fin no solo de intervenir sobre ella cuando sucede sino también de prevenirla. Para ello, es fundamental el trabajo con los diferentes miembros de la empresa, favoreciendo climas de trabajo saludables.

3. Acoso sexual

Este tipo de acoso es, por desgracia, también muy conocido. El acoso sexual ha estado recubierto de secreto y estigma por muchos años, silenciando a las víctimas que lo han vivido en primera persona. Sin embargo, en los últimos años, el movimiento Me Too ha contribuido a darle voz a muchas personas que han sido acosadas y no encontraron, en su momento, el apoyo, la comprensión y la justicia que necesitaban.

El acoso sexual se caracteriza porque el agresor acosa a una persona por razón de su sexo. El acoso de este tipo puede incluir avances sexuales indeseados, solicitudes de favores sexuales y cualquier otro tipo de acoso verbal o físico de carácter sexual. También se recogen como acoso sexual los comentarios ofensivos hacia las mujeres en términos generales con un carácter misógino.

Aunque la forma más habitual del acoso sexual es la de un agresor varón hacia una víctima femenina, lo cierto es que tanto uno como otro pueden ser hombre o mujer e incluso ambos pueden ser del mismo sexo. El problema principal referente al acoso sexual es que muchas veces este cobra una forma muy sutil (comentarios, bromas…), por lo que hablamos de conductas que no están reguladas por la ley y, por ende, no pueden ser calificadas a efectos legales como acoso sexual.

Además de estas cuestiones, el acoso sexual también es difícil de detectar debido a que las víctimas suelen estar silenciadas por la culpa, la vergüenza o el temor a no ser creídas. Por esta razón, en algunas empresas se está empezando a actuar con el fin de detectar precozmente este fenómeno para evitar el sufrimiento prolongado de la víctima.

Acoso sexual

4. Acoso online o ciberacoso

El ciberacoso consiste en intimidación a través de las nuevas tecnologías. Las agresiones se pueden producir en redes sociales, plataformas de mensajería y de juegos, teléfonos móviles, etc. El fin de los agresores que actúan de esta manera no es otro que generar temor, humillación o enfado en la víctima. Entre los ejemplos de este tipo de acoso se encuentran la difusión de mentiras, la publicación de fotografías comprometidas de la víctima contra su voluntad, el envío de mensajes hirientes o amenazantes y suplantar la identidad de la víctima para actuar en redes en su nombre.

Como ya comentamos, los distintos tipos de acoso pueden aparecer juntos. Generalmente, el ciberacoso suele ir de la mano del acoso en persona. Sin embargo, a efectos legales el ciberacoso siempre es más sencillo de demostrar debido a que existen pruebas evidentes de las agresiones.

5. Acoso policial

Este término se emplea para referir a conductas abusivas por parte de las diferentes fuerzas y cuerpos de seguridad del estado. Algunos profesionales utilizan su poder para humillar, chantajear, usar la fuerza de manera desproporcionada o amenazar a sus víctimas. Aunque afortunadamente estos casos no representan la generalidad, cuando suceden reciben gran atención debido a la gravedad que implican, ya que estos profesionales cuentan con armas que, empleadas en situaciones inadecuadas, pueden terminar con la vida de alguien inocente.

Además, el acoso policial se ha asociado con fenómenos como el racismo, especialmente en Estados Unidos, donde la población negra se encuentra más vulnerable a sufrir una agresión injusta por parte de miembros de la policía por razón de su color de piel.

Acoso policial
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