Hidrofobia (miedo al agua): qué es, causas y síntomas

Explicamos en qué consiste esta fobia poco común.

Hidrofobia

¿Conoces la hidrofobia? Se trata de la fobia al agua. Como toda fobia, consiste en un miedo irracional, desproporcionado e intenso ante un estímulo; en este caso, el agua.

En este artículo conoceremos en qué consiste este trastorno, en qué poblaciones aparece de forma más frecuente (detallando cada una de ellas: autismo, discapacidad intelectual y Síndrome X frágil) y cuáles son sus síntomas, causas y tratamientos.

Hidrofobia: el miedo irracional al agua

La hidrofobia es una fobia específica (un trastorno de ansiedad), clasificada como tal en los manuales diagnósticos de referencia (el actual DSM-5). Se trata del miedo intenso al agua (ya se agua de piscina, beber agua, el mar, etc.).

El miedo y la ansiedad asociados al agua provocan que la persona evite situaciones donde deba estar en contacto con el agua (por ejemplo la ducha, piscinas, etc.). Concretamente, la hidrofobia es un subtipo de fobia ambiental o natural (recordemos que en el DSM-5 existen cinco tipos de fobias: a los animales, a la sangre/inyección/herida, a las situaciones, al ambiente y “otros tipos”).

Fobias ambientales o naturales

Las fobias ambientales o naturales se caracterizan porque el estímulo fóbico (es decir, el objeto o situación que causa temor y/o ansiedad desmesurada) es un elemento del medio natural, como por ejemplo: las tormentas, los rayos, el agua, la tierra, el viento, etc.

Así, otros tipos de fobias ambientales soon: la astrafobia (fobia a las tormentas y/o los rayos), la acrofobia (fobia a las alturas), la nictofobia (fobia a la oscuridad) y la ancrofobia (o anemofobia) (fobia al viento). Sin embargo, existen muchas más.

¿Quién suele presentar hidrofobia?

La hidrofobia es una fobia muy frecuente en niños/as con algún trastorno de neurodesarrollo, como por ejemplo un trastorno del espectro del autismo (autismo). También es común en algunos síndromes (por ejemplo el Síndrome del X Frágil) y en la discapacidad intelectual (sobre todo en la infancia).

La hidrofobia, pero, puede aparecer en cualquier persona, aunque en estos grupos sea más frecuente.

1. Trastornos del espectro del autismo (TEA)

Los trastornos del espectro del autismo son trastornos del neurodesarrollo que conllevan una afectación en diferentes áreas del individuo: comunicación, interacciones sociales e intereses.

Así, aunque se trata de personas muy heterogéneas entre sí, generalmente encontramos los siguientes síntomas en los casos de TEA: alteraciones en el lenguaje (incluso ausencia del mismo), dificultades en las interacciones sociales, en la comunicación y en el uso de gestos, así como en el lenguaje no verbal, patrones restrictivos de intereses, estereotipias, alteraciones motoras, patrones rígidos de comportamiento, obsesiones, etc.

Entre sus síntomas, frecuentemente se halla la hidrofobia, aunque no se sabe muy bien por qué.

2. Síndrome X Frágil

El Síndrome X Frágil es considerada la primera causa de discapacidad intelectual hereditaria. Se trata de una alteración genética causada por una mutación en el gen FMR1, un gen muy implicado en el desarrollo de las funciones cerebrales.

Sus síntomas principales incluyen discapacidad intelectual (de diferente gravedad), síntomas autistas y síntomas de hiperactividad con o sin déficit de atención. Por otro lado, también es frecuente la aparición de hidrofobia en estos/as niños/as (se desconoce el por qué).

3. Discapacidad Intelectual

La discapacidad intelectual es una condición de la persona, que puede estar originada por múltiples causas y factores (por ejemplo un trastorno de espectro autista, un síndrome, una anoxia al nacer, una parálisis cerebral, etc.).

Así, cuando hablamos de discapacidad intelectual, en realidad englobamos otros casos de trastornos del neurodesarrollo, donde la aparición de hidrofobia (junto a otros tipos de fobia) es frecuente.

Síntomas

Los síntomas de la hidrofobia se relacionan con el temor intenso a la propia agua. Generalmente las personas con hidrofobia sienten un temor inherente al agua por la posibilidad de ahogarse en ella (por ejemplo en la piscina).

Por otro lado, también puede ocurrir que estas personas sencillamente no quieran bañarse o ducharse, para evitar el contacto con el agua, e incluso en otros casos sucede que no quieren ingerir líquidos. Como hemos visto, estos síntomas son típicos de niños/as con un trastorno del espectro del autismo (TEA), así como de niño/as con algún otro trastorno del neurodesarrollo o discapacidad intelectual.

Junto al miedo intenso al agua, aparecen síntomas cognitivos, conductuales y psicofisiológicos, como en toda fobia específica.

1. Síntomas cognitivos

A nivel cognitivo, en la hidrofobia pueden aparecer síntomas como: falta de concentración, dificultades atencionales, pensamientos irracionales tales como “voy a morir ahogado/a”, etc.

2. Síntomas conductuales

En cuanto a los síntomas conductuales de la hidrofobia, el principal es una evitación de las situaciones que impliquen un contacto con el agua (o resistencia a tales situaciones con elevada ansiedad; es decir, más bien “se soportan” estas situaciones).

3. Síntomas psicofisiológicos

En relación a los síntomas psicofisiológicos, estos pueden ser varios, y aparecen ante la presencia o imaginación del estímulo fóbico, por ejemplo una piscina, un vaso de agua, el mar, etc (dependiendo del caso). Los más comunes son los asociados a un ataque de pánico, tales como:

  • Palpitaciones
  • Mareos
  • Náuseas
  • Vómitos
  • Hipereventilación
  • Hiperactivación
  • Tensión
  • Sudoración
  • Etc.

Causas

La principal causa de la hidrofobia, como ocurre con la gran mayoría de fobias, es una experiencia traumática vivida, en este caso, relacionada con el agua. Puede ser, por ejemplo: haberse ahogado en una piscina, haber tragado mucha agua, haberse atragantado con agua, haberse hecho daño en el mar por las olas, etc.

También puede ocurrir que la persona no haya vivido una experiencia traumática, pero sí la haya presenciado, visto o escuchado en otras personas (por ejemplo amigos, familiares…). Esto se extrapola a ciertas imágenes o vídeos (por ejemplo noticias de personas ahogadas).

Por otro lado, el hecho de ver cómo una persona muy cercana (por ejemplo una madre) le tiene pavor al agua, puede hacer que nosotros/as también lo acabemos “heredando” (por aprendizaje vicario).

Finalmente, existe cierta vulnerabilidad/predisposición biológica en algunas personas en padecer un trastorno de ansiedad, que puede unirse a otras causas y aumentar la posibilidad de padecer hidrofobia.

Tratamiento

El tratamiento de elección de las fobias, a nivel psicológico, es la terapia por exposición (exponer al paciente al estímulo fóbico, de forma gradual). A veces también se incluyen estrategias de afrontamiento, o que ayuden a reducir la ansiedad del paciente (por ejemplo técnicas de respiración, técnicas de relajación, etc.).

El objetivo, pero, siempre será que el paciente resista la situación el mayor tiempo posible, para que su organismo y su mente se habitúen a ella. Es decir, “el cuerpo” tiene que aprender que las consecuencias negativas que se temen (por ejemplo morir ahogado/a) no tienen por qué suceder. Se trata de romper esta cadena de condicionamiento clásico, con la que el paciente ha asociado que el “agua = daño, ahogamiento, ansiedad”, etc.

Por otro lado, también se usa la terapia cognitivo conductual, donde se intenta, mediante la psicoterapia, rebatir las creencias irracionales de paciente asociadas al agua. Se trata de cambiar estos patrones de pensamiento disfuncional y poco realista, para sustituirlos por otros más realistas y positivos.

En cuanto a psicofármacos, en ocasiones se administran ansiolíticos, aunque lo ideal es un tratamiento multidisciplinar donde la terapia psicológica resulta el eje vertebrador.

Referencias bibliográficas

  • American Psychiatric Association –APA- (2014). DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Madrid: Panamericana.

  • Bados, A. y Vallejo, M.A. (ed.). (2005). Fobias específicas. Manual de terapia de conducta.

  • Molina, MPR, Juste, J.P. y Fuentes, FJR. (2010). Síndrome de X frágil. Protoc diagn ter pediatr, 85-90.

  • Muñoz, M. (2017). Miedo al miedo acuático. Universidad Miguel Hernández.

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