Los 8 mecanismos de defensa más habituales de las personas

Todos tenemos esa especie de barrera protectora que nos protege contra el exterior. ¿Cuáles son las más habituales?

Mecanismos de defensa

El mundo exterior es todo un desafío, no existe ninguna duda al respecto, y no basta solo con estar bien preparado para caminar con libertad por este sino que debemos mantener protegidos nuestro propio bien interno, de manera que no se vea afectado por las influencias negativas que recibimos de este.

Dicha fortaleza se logra adquiriendo una gran confianza y autoestima, que nos permitan generar soluciones prácticas hacia los problemas que se nos presentan en el camino.

Sin embargo, existen ocasiones donde los obstáculos pueden sobrepasarnos y causarnos un malestar tan impactante que disminuya nuestra confianza adquirida, trayendo como resultado el que nos escondamos detrás de un muro impenetrable para no tener que volver a lidiar con esos problemas angustiantes nunca más, conocido como ‘mecanismos de defensa’. Sin embargo, esto nos puede llevar a adquirir un comportamiento desadaptativo y poco funcional en cualquier esfera de nuestra vida, si dejamos que estos mecanismos nos gobierne por completo.

¿Realmente son tan peligrosos los mecanismos de defensa o pueden beneficiarnos en ciertas situaciones? Si quieres la respuesta te invitamos a leer este artículo donde hablaremos de los mecanismos de defensa más comunes de las personas.

¿Qué son los mecanismos de defensa?

Este es un concepto que planteó Sigmund Freud, tratándose de la forma natural e inconsciente que nuestra mente adquiere para protegernos de las amenazas que existen en el exterior, especialmente de aquellas que nos generan una gran ansiedad. Con la finalidad de evitar pasar por esas situaciones y someter al organismo a un colapso psicológico, preservando la tranquilidad emocional dentro de nosotros en un entorno conocido y seguro, tal y como la ‘zona de confort’.

Sin embargo, cuando estos mecanismos de defensa pasan a ser un escudo de protección a una burbuja de confinamiento, podemos vernos involucrados en una disfuncionalidad social debido a que no nos permitimos experimentar cosas nuevas por temor a lo que sucederá, enfrentar situaciones difíciles que involucren sentimientos fuertes o como una caja fuerte para esconder conductas inapropiadas esperando su momento para estallar.

Por esto es de suma importancia reconocer los mecanismos de defensa que utilizamos a diario, para saber de qué manera lo estamos manejando o dejando que nos controle. ¿Estoy siendo provechoso y cuidando mi ser? ¿o son las excusas perfectas para no actuar como tengo que hacerlo o como lo estoy haciendo ahora?

El lado oscuro de estos mecanismos de defensa

Freud aseguraba que los mecanismos solo eran una manera de distorsionar por completo la realidad de manera inconsciente, por lo que las personas nunca se mostraban realmente sinceras ante este o peor aún que no podía tener la oportunidad de conocerse a sí mismos. Viviendo, así, en una eterna mentira que los protegía de las ansiedades que se generaban en el exterior y aunque esto no suene del todo mal, es un gran impedimento para crecer de forma personal, profesional y complican las relaciones e interacciones.

Esto trae como consecuencia que siempre estemos viviendo con un vacío, con esa sensación constante de que algo nos falta y que no podemos estar conformes o satisfechos con nuestra vida. Porque hemos tenido todo el tiempo una idea incorrecta de nuestras necesidades, deseos y aspiraciones.

Mecanismos de defensa más comunes en las personas

Freud postuló ocho mecanismos de defensa, los cuales tienen sus características particulares, pero también advirtió que es muy poco común que sólo utilicemos uno debido a que varían según la circunstancia experimentada. Conoceremos a continuación cuáles son esos mecanismos de defensa.

1. Negación

Uno de los mecanismos de defensa más comunes en algunas ocasiones, se trata (como su nombre lo indica) de negar la existencia de un evento ocurrido o algún factor externo que nos cause cierta amenaza (así no estemos consciente de esta). Por lo general, esta negación proviene de una experiencia traumática que dejó atrás secuelas emocionales negativas, bien sea en nosotros o en terceros muy cercanos y que a toda costa queremos evitar experimentar.

Un claro ejemplo de ello es cuando preserva todo igual en la habitación de alguien fallecido, negando por completo el hecho que lo esté o en el caso de una infidelidad, se puede hacer caso omiso de que esta exista y se sigue con la rutina en pareja de costumbre.

2. Represión

Es otro de los mecanismos de defensa más comunes y se encuentra bastante ligada a la negación, en esta se trata de suprimir de manera inconsciente algo de nuestra memoria, causando una especie de laguna mental u olvido espontaneo, acerca de algo que nos genere un malestar significativo. En este sentido, este ‘olvido’ puede tratarse de diferentes representaciones, como un recuerdo estresante, un acontecimiento traumático, una persona que nos hizo daño o una realidad actual que es muy difícil de afrontar y se prefiere ignorar.

Este es el mecanismo de defensa es quizás el más utilizado por todos nosotros y el más difícil de contrarrestar, ya que se vuelve parte de nuestra normalidad, además, si nos protege de una amenaza para nuestra estabilidad psicológica ¿por qué eliminarlo? Bueno... piensa lo siguiente: ¿cómo podrás librarte de la amenaza si no la enfrentas?

3. Regresión

En esta estrategia inconsciente la persona tiene el deseo de volver hacia un tiempo previo de su vida que considera seguro para sí misma, una etapa donde percibe que todo fue más fácil y no existían ansiedades que la pongan en constante estrés o frustración. Adquiriendo así comportamientos, conductas y características suyas de esa época, que en la mayoría de casos tiende a ser de un período de la infancia.

Esto puede generar que la persona actue de manera infantil, genere tendencias de dependencia hacia una persona y manifieste berrinches o caprichos como necesidades que su entorno debe satisfacer.

4. Racionalización

Este es también uno de los mecanismos de defensa más utilizados por las personas, ya que se trata de encontrar justificaciones a los comportamientos y actitudes que se tienen, de manera que se perciban como una algo racional, aceptable y perfectamente normal. De igual manera sucede con pensamientos, ideas, obsesiones, manías o conductas que siempre parecen estar molestándonos, pero que debe existir una razón válida para que se presenten y para que las llevemos a cabo.

Un ejemplo que podemos apreciar muy bien de este caso, es cuando ocurre una consecuencia negativa (un despido, una ruptura amorosa, un fracaso académico) se tiende a culpar a los demás, antes de aceptar que hubo una falla de nuestra parte, ya que esto nos genera menos ansiedad.

5. Formación reactiva

En esta defensa, insistimos de manera ferviente en demostrar la actitud contraria hacia algo que nos causa malestar. Se trata de alguna forma de una represión más intensa y obligatoria hacia un impulso que sigue presentándose en nuestro interior y que queremos llevar a cabo de manera inconsciente, pero que por temor, moralidad o inseguridad preferimos cambiar por el impulso opuesto.

En este caso, podemos dar el ejemplo de aquellas personas que temen a sus instintos sexuales y se muestran con suma castidad (un comportamiento que perciben como socialmente más aceptable) o una persona que tenga envidia del éxito de otro, se comporte como su mejor aliado para seguir creciendo.

6. Proyección

Una de las defensas más clásicas y también más utilizadas en las personas que sienten rechazo hacia comportamientos, actitudes o impulsos dentro de sí mismos que no son capaces de percibir de manera consciente, pero que pare librarse de ellos, se los atribuyen a otra persona. De esta manera, lo que sea que les moleste pueden justificarlo en que es una actitud negativa de los demás y no de ellos.

Un buen ejemplo en estos casos son las constantes críticas hacia el estilo de vida de una persona, que en realidad deseamos tener para nosotros o la clásica razón de llevarse mal con alguien sin un sentido aparente ‘yo no lo odio, el me odia’.

7. Desplazamiento

En esta, la intención se centra en cambiar los deseos hacia un objeto que se nos es inaccesible o represente algún tipo de incomodidad para nosotros, hacia otro objeto al cual si podamos acceder con el fin de satisfacer ese deseo. Aunque el cambiar un objeto por otro que no es amenazante, no reduce por completo la tensión generada por objeto principal, al descargar toda la frustración es ese.

Un ejemplo muy visible en este caso es cuando nos sentimos frustrados en el trabajo por un jefe que nos presiona constantemente y no podemos descargar nuestra ira contra él, por temor a las represalias que generaría, pero en cambio sí podemos hacerlo con nuestra familia, amigos, pareja o hijos, ya que no representan ningún tipo de amenaza.

8. Sublimación

En esta defensa se presenta el caso contrario, ya que en la sublimación se busca alterar por completo los impulsos generados por un objeto, en lugar de reemplazarlos por algo que nos podamos permitir. Canalizando estos impulsos inconscientes y primitivos por conductas socialmente aceptables. El problema radica en que este es un cambio que se hace de manera consciente y necesita de un esfuerzo permanente, por lo que no existe una satisfacción, sino que en contraposición, se consigue solo generar más tensión.

Un ejemplo es que, en lugar de liberar las tensiones acumuladas, como ira, amor, rabia, deseo sexual, tristeza, etc. se subliman en la creatividad humana, como pinturas, literatura, poesía o esculturas. Freud creía con firmeza que muchas de las obras artísticas estaban en realidad cargadas de impulsos sublimados.

¿Has reconocido el mecanismo de defensa que más utilizas?

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