Me siento inferior a los demás: ¿qué me ocurre y cómo solucionarlo?

Esta sensación de inferioridad puede convertirse en un obstáculo para vivir en plenitud.

Me siento inferior a los demás

Sentirse inferior a los demás puede ser una sensación pasajera o una condición permanente. En cualquiera de los dos casos, es una situación que debe combatirse, pues vivir con esta constante sensación frena las posibilidades de crecimiento personal.

Aunque es algo que le ocurre a muchas personas, suele ser un tema del que se habla poco y menos de forma abierta. Esto es debido a que es difícil aceptar que se tiene este sentimiento de inferioridad, por eso es importante saber qué nos ocurre psicológicamente y cómo solucionarlo.

¿Por qué me siento inferior?

El sentimiento de inferioridad tiene diversas causas. Entender el posible origen nos brinda un panorama certero para poder tomar acción en el camino hacia solucionarlo. El primer paso es reconocerse en esta situación y tener la determinación de querer cambiarlo.

Una autoexamen de conciencia, un recorrido por nuestra propia historia, una actitud abierta y dispuesta, nos pueden ayudar a encontrar la respuesta ante la sensación de sentirse inferior a los demás, saber qué ocurre y cómo solucionarlo.

1. Un pasado con experiencias traumáticas

La sensación de inferioridad puede remontarse a la infancia. Hacer un pequeño análisis y recordar si durante la etapa de infancia existía esta sensación de ser inferior al resto. Pudo haber ocurrido que en el propio entorno familiar se hiciera mayor hincapié en los defectos o que existieran muchas comparaciones con hermanos o niños de la misma edad.

Esto pudo haber mermado, desde temprana edad, la seguridad y confianza en sí mismo, normalizando una actitud de continua comparación con otras personas con el sentimiento de “nunca dar el la talla”. Un episodio de bullying o de algún tipo de abuso, ya sea corto o pronunciado, también pudo haber generado esa sensación de inseguridad.

2. Encontrarse en una etapa de presión intensa

Durante un episodio de mucha presión puede sentirse mermada la seguridad en uno mismo. Ya sea por el agotamiento físico y mental o bien por el estrés por alcanzar los objetivos, encontrarse bajo mucha presión puede hacer que la persona se sienta en un estado de inferioridad del que le resulta difícil salir.

Esto es debido a que la mente comienza a agotarse y a percibir todo con cierta negatividad. No obstante, puede tener más que ver con el hecho de que aquello que queremos alcanzar requiere de todo nuestro esfuerzo, y la angustia de no poder alcanzarlo nos absorbe. Un ascenso en el trabajo, un examen profesional o estar en competencia con otras personas para obtener algo son ejemplos comunes de este entorno negativo.

3. Vivir en una relación tóxica

Pasar un largo tiempo viviendo una relación tóxica deriva en inseguridades. Convivir de forma cercana y continua con una persona que nos lastima comienza a hacer mella en nuestra personalidad. Es común que, en este tipo de relaciones, una o las dos personas involucradas hagan ataques continuos resaltando los defectos y los errores en el otro.

Esto puede ser de forma agresiva y muy obvia, o puede ser con comentarios “disfrazados”, es decir, pasivo-agresivos. Comentarios como “no seas tont(a), tu no puedes hacer algo así” o “mejor no lo intentes, está claro que no lo conseguirás” van generando un sentimiento de inferioridad que termina por apoderarse de quien recibe estos comentarios continuamente.

4. Entorno negativo y con falta de reconocimiento

Hay ambientes en los que no se acostumbra celebrar los logros, y esto afecta a sus integrantes. Un centro de trabajo donde los jefes se rigen por sanciones y pocos o nulos reconocimientos puede generar en sus integrantes una sensación de insatisfacción e incluso de inferioridad. Lo mismo ocurre en sistemas familiares donde hay tanta rigidez que solo se exige, pero no se premia o se reconoce ningún logro a nadie.

Después de pasar tiempo prolongado en entornos con estas características, las personas pueden comenzar a sentirse inferiores al resto. Sobre todo, si existen miembros a los que sí se les reconoce sus esfuerzos y hay un agravio real con la persona afectada. Trabajar por lograr un aumento, un ascenso o un reconocimiento y no lograrlo después de varios intentos causa un sentimiento de inferioridad que puede llegar a ser profundo.

5. Competencia extrema

Desarrollarse en situaciones de competencia extrema repercute en sentirse inferior al resto. Puede ser que, ante la pérdida de empleo, la búsqueda de una nueva oportunidad se vuelva difícil ante una situación económica propia del país. Esto lo convierte en una competencia extrema que en muchas ocasiones dificulta encontrar un empleo.

Por otro lado, un ambiente deportivo o recreativo puede convertirse en un entorno altamente competitivo donde sus miembros han olvidado que lo importante es el trayecto y no la meta. Esto repercute en una gran presión por alcanzar la excelencia, pero al mismo tiempo puede generar sensaciones de inferioridad al estar continuamente expuestos a la crítica, la competencia y a la posibilidad de no lograr el objetivo.

Oficina competitividad

¿Cómo puedo dejar de sentirme inferior a los demás?

Dejar de sentirse inferior a los demás es posible. Existen herramientas y alternativas que nos pueden ayudar a enfrentar las situaciones que disminuyen la seguridad en nosotros mismos y que nos llevan a sentirnos inferiores al resto.

Es importante tomar acción y encontrar en diversas alternativas la fortaleza para lograrlo. No basta solo con el deseo de dejar de sentirse así. Hay que ponerse manos a la obra para dejar de sentirse inferior a los demás.

1. Dejar el pasado atrás

Es importante entender que aquello que nos hizo sentir inferiores quedó en el pasado. Si tu historia familiar o remontarte a tu niñez te hizo entender que el origen de tu inseguridad está ahí, es momento de solucionarlo y dejar esa sensación en el pasado. Hay muchas alternativas para sanar esa historia y evitar que te siga afectando.

Puede ser un buen momento para elegir algún tipo de terapia psicológica que pueda auxiliar en esto. El pasado debe quedarse atrás, si bien puedo haber definido lo que eres hoy, también es cierto que lo importante es lo que haces ahora contigo y tus situaciones. Por lo tanto, borrar de tu mente lo que se grabó en ese momento será de gran ayuda para quitar ese sentimiento que no hace justicia a quién eres realmente.

2. Tomar conciencia sobre la perfección

Ni nosotros, ni nadie a nuestro alrededor es perfecto en todo ni todo el tiempo. Cuando nos sentimos inferiores es porque solemos perder la perspectiva de las cosas. Quienes en apariencia hacen las cosas mejor que nosotros parecen ser perfectos. O también ocurre que sentimos que aquello que nosotros hacemos bien podríamos hacerlo mejor y nos sentimos insatisfechos.

Si bien siempre hay oportunidades de mejorar, hay que mantener un equilibrio saludable en este punto. Hay que entender que no siempre vamos a ser los mejores en aquello que nos gusta y que hacemos. Hay que llevar a cabo y vivir estas capacidades, por el gusto de hacerlas y no por la necesidad irracional de alcanzar la perfección. Cometer errores de todo tipo es absolutamente normal y debemos aceptar que eso nos hace humanos.

3. Visualiza con objetividad tus defectos y virtudes

Hacer un listado con nuestros defectos y virtudes nos ayuda a poner en perspectiva las cosas. Mientras nos sintamos inferiores a los demás, seguramente nos resultará difícil hacer una larga lista de virtudes y nos encontraremos ante una interminable lista de defectos. No obstante, este es un ejercicio necesario que requiere objetividad más allá de la emoción que nos domina en estos momentos.

Como objetivo debemos plantearnos poder enlistar el mismo número de virtudes que de defectos. Después de esto, debemos seguir hasta que las cualidades rebasen los defectos. Esto nos ayudará a tener una perspectiva de que tenemos mucho que ofrecer pero nos está costando ser conscientes de ello debido a que el sentimiento de inferioridad nos está inundando. Hay que recordarnos continuamente esas virtudes, y mantenerlos en una buena estima.

4. Identifica a las personas o entornos que te dañan

En ocasiones, no nos damos cuenta que quienes nos rodean, nos lastiman. Como se mencionó anteriormente, puede ser nuestro ambiente o las personas con las que convivimos, quienes pueden estar reforzando nuestro sentimiento de inferioridad sin que nos demos cuenta. Por eso es tan importante identificar si existe una fuente externa que nos esté llevando a esta sensación.

Una vez que hayas identificado esto, es momento de fortalecerte y actuar para evitar que esto siga mermando tu seguridad. Puedes hacerte de varias estrategias. Ya sea que en la medida de lo posible tomes distancia física o que te fortalezcas emocionalmente para hacer frente a las personas y las situaciones sin salir dañado y con la inseguridad mermada.

5. Deja las comparaciones

Una de las cosas que más daña el autoestima son las comparaciones. Aunque pareciera una conducta muy natural en el ser humano, es algo de lo que podemos y debemos prescindir. Desde muy pequeños estamos expuestos a las comparaciones, y esto es algo que marca nuestra conducta y nuestro ser.

Por esta razón es que debemos dejar de hacerlo. Para lograrlo, hay que entender que nuestras fortalezas y debilidades nos hacen seres únicos, y que todos tenemos miedos y angustias, sueños y anhelos, y eso hace imposible las comparaciones o establecer quienes son mejores o peores, por lo que no tiene caso seguirlo haciendo, pues termina por dañarnos.

Referencias bibliográficas

  • Bunge, M. y Ardila, R. (2002). Filosofía de la psicología. México: Siglo XXI.
  • Triglia, Adrián; Regader, Bertrand; García-Allen, Jonathan (2016). Psicológicamente hablando.
  • Tubert, Silvia (2000). Sigmund Freud: Fundamentos del psicoanálisis. Argentina.
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