Cirugías para bajar de peso: cuáles existen y cómo funcionan

Las cirugías para bajar de peso se contemplan en pacientes con obesidad que han agotado todos los abordajes convencionales. Un repaso por sus tipos y procedimiento.

Cirugía bajar peso

Está claro que la obesidad es, a día de hoy, un problema tanto individual como social. La OMS (Organización Mundial de la Salud) estima que desde 1975 esta condición se ha triplicado, lo que se traduce en 1.900 millones de adultos con sobrepeso (650 millones de ellos con obesidad) en todo el mundo. El estrés, un estilo de vida sedentario y distintas patologías emocionales pasan factura al ser humano pues, a veces, el placer inmediato de la comida parece la única escapatoria.

De la mano de estos preocupantes datos, las cirugías para bajar de peso (conocidas como cirugías bariátricas) han aumentado exponencialmente. En Estados Unidos en el año 2011 se estimaron un total de 158.000 de estos procedimientos, mientras que la cifra aumentó en el 2017 hasta los 228.000. A mayores problemas, más cantidad de intervenciones médicas se ponen a disposición del público.

La intervención bariátrica no debe verse como un comodín aplicable en cualquier caso, pero, a veces, es la única opción para salvar la vida del paciente. La obesidad es un factor de riesgo ante enfermedades cardiovasculares, diabetes y hasta para la aparición de ciertos tipos de cáncer (como el colorrectal, hasta un 30% más presente en personas obesas). Por ello, las cirugías para bajar de peso son cuestiones médicas importantes, y no un simple procedimiento estético. Si quieres saber todo sobre este tema, continúa leyendo.

¿Qué es una cirugía para bajar de peso?

Una cirugía para bajar de peso o cirugía bariátrica es un procedimiento que se utiliza para ayudar a las personas con un sobrepeso excesivo que no pueden afrontar la pérdida de masa corporal mediante técnicas convencionales, como son las dietas y el ejercicio físico. Esto, generalmente, comprende a pacientes que deben perder más de 45 kilogramos de peso (100 libras) y si no lo hacen con presteza su salud puede verse comprometida a corto o largo plazo.

En general, una persona solo se considera candidata a las cirugías de pérdida de peso si cumple los siguientes requisitos:

  • Tener al menos 14 años y haber atravesado un periodo de pubertad. Se suele concebir un intervalo de edad entre los 18 y los 65 años.
  • Presentar antecedentes de obesidad que se remontan a 5 años atrás o más.
  • Haber fracasado en tratamientos médicos, nutricionales y psicológicos previos.
  • No ser adicto a drogas/alcohol ni presentar patologías psiquiátricas descompensadas en el momento de la intervención.
  • Un IMC mayor a 40 o mayor a 35 con enfermedades asociadas, como son la diabetes o enfermedades vasculares graves, entre otras.

Como puedes ver, la cirugía bariátrica es siempre la última opción. Si bien una pérdida drástica de peso puede suponer un impulso al paciente para su recuperación y bienestar, si no se abordan los problemas de ansiedad, educación, dependencias y otros, es muy posible que el peso vuelva a ganarse. En diversas series experimentales se ha observado que del 20 al 87% de los pacientes sometidos a cirugías vuelven a ganar peso, generalmente entre 3 y 6 años después del procedimiento.

¿Qué tipos de cirugías para bajar de peso existen?

En primer lugar, es necesario acotar que existen dos modalidades principales en lo que a la intervención se refiere. La primera de ellas se basa en la restricción, es decir, limitar físicamente la cantidad de alimentos que el paciente puede ingerir, disminuyendo el propio tamaño del estómago. La segunda modalidad se conoce como malabsorción, pues busca “evitar” o “sortear” una parte del intestino delgado, lo que reduce la cantidad de calorías y nutrientes que el cuerpo absorbe.

Cada caso es un mundo, y será el experto de la clínica el que decida qué camino tomar en base a la situación individual del paciente. Los 3 procedimientos fundamentales comprendidos en estas corrientes son los siguientes.

1. Colocación de una banda gástrica ajustable

Como su propio nombre indica, se trata de una banda inflable que se coloca alrededor de la porción superior del estómago. La finalidad de este procedimiento es crear un pequeño reservorio para la digestión, dejando “fuera” una gran porción del estómago. Así, el paciente se sentirá lleno mucho antes y, literalmente, no podrá ingerir más de una cantidad muy pequeña de alimento en cada toma.

Se trata de un proceso que requiere anestesia general, pues el cirujano coloca la banda gástrica a través de diversas incisiones, con ayuda de una cámara y material quirúrgico. A continuación, el profesional enrollara el anillo en la parte superior del estómago. Este no está inflado cuando se inserta, pues se debe monitorizar al paciente durante las primeras 4-6 semanas antes de hacerlo. Una vez pasado este intervalo, se ajusta la banda añadiendo o extrayendo una solución salina.

Se trata de una intervención bastante agresiva, pues nos basta con decir que, durante las dos primeras semanas, el paciente solo tolera la ingesta de pequeñas cantidades de líquido. Aun así, los efectos son obvios, pues una persona puede seguir perdiendo peso hasta 3 años después de la propia cirugía.

Banda gástrica

2. Manga gástrica

En este caso, literalmente, se extirpa una porción del estómago. Para este procedimiento, se extrae parte de este órgano, dejando un tubo estrecho o “manga” en contacto con el resto del aparato digestivo. El nuevo estómago, con forma de plátano, es mucho más pequeño que el original (se extraen ¾ partes del total), razón por la cual el paciente debe disminuir sí o sí la ingesta calórica diaria.

A diferencia de la banda gástrica ajustable (que se puede modular con soluciones salinas), la manga gástrica no es reversible ni hay vuelta atrás: la porción de estómago perdida no se puede volver a recuperar de ningún modo. Además, el procedimiento es aún más agresivo si cabe que en el caso anterior y, el período de recuperación, como mínimo igual de lento.

A pesar de los múltiples inconvenientes de esta cirugía, se considera como la más eficaz para los pacientes con un índice de masa corporal mayor a 40. Estudios estadísticos muestran que hasta el 80% de las personas intervenidas mejoran significativamente el estado de sus enfermedades metabólicas, como son la diabetes mellitus, resistencia a la insulina, apnea de sueño y otras muchas patologías. Además, al no existir un bypass, el riesgo de deficiencia nutricional disminuye.

Manga gástrica

3. Derivación gástrica

La derivación gástrica o bypass gástrico, como su propio nombre indica, consiste en conectar la parte superior del estómago (un nuevo “estómago” pequeño) con la parte media del intestino delgado. Así, la comida sortea todo el resto del estómago y parte del intestino delgado, reduciéndose así la superficie de absorción y, por tanto, la cantidad de calorías ingeridas en el alimento. Como podrás imaginar, el procedimiento causa adelgazamiento a lo largo del tiempo.

Uno de los mayores riesgos de la derivación gástrica que no presentan otras técnicas es la probabilidad de malnutrición. Al saltarse los alimentos parte de la ruta normal, es posible que el paciente experimente ciertas carencias vitamínicas o nutricionales. Por este motivo, todos estos valores deben ser monitorizados por un nutricionista antes y después de la operación.

Por otro lado, y como beneficio, esta intervención se presta a un enfoque denominado laparoscopia, en el cual el médico se guía a partir de una cámara puesta en el abdomen del paciente, en contraposición a una cirugía totalmente abierta. Como ventajas de esta técnica, tenemos que el tiempo de recuperación es más corto, el dolor es menor y las cicatrices son más pequeñas, lo que supone un menor riesgo de infecciones y hemorragias internas. Las colocación de la banda gástrica también se puede abordar de esta forma.

Bypass gástrico

Consideraciones finales

Una cirugía para bajar de peso no es nada sin la atención dietética y psicológica pertinente. Se trata de un enfoque multidisciplinar, pues el paciente requiere una reestructuración de toda su rutina, forma de pensar y relación con la comida. Como podrás imaginar, esto no se consigue disminuyendo el tamaño del estómago.

Aunque la cirugía sea el primer paso, la atención psicológica continuada tras el procedimiento y la ayuda de dietistas es esencial para que el paciente no vuelva a recaer en viejas costumbres. Además de esto, siempre es necesario destacar que no todo el mundo es un buen candidato para las cirugías bariátricas, pues se trata de la última opción posible cuando ya se han agotado todos los métodos convencionales.

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