La boca es una zona muy delicada en el ser humano y diversos estudios lo demuestran. Una investigación realizada en un hospital venezolano llevó a cabo más de 7.500 intervenciones quirúrgicas maxilofaciales en un intervalo de 6 años, donde la edad promedio de los pacientes fue de entre 16 y 30 años de edad, con una predominancia del sexo masculino.
En esta clínica y en otras muchas, la gran mayoría de pacientes acuden a urgencias por lesiones en los tejidos blandos bucales (un 65%), es decir, traumatismos que comprometen el revestimiento cutáneo mucoso que se encarga de limitar y proteger el entorno de la boca. El porcentaje restante suele visitar la clínica por fracturas faciales e infecciones odontogénicas (un 15% en cada caso).
De todo este terreno patológico bucal y otras muchas acepciones más se encarga la cirugía maxilofacial, la cual no está considerada como una intervención puramente estética, sino mayoritariamente basada en la salud del paciente y con el fin de evitar que el percance progrese. Hoy te mostramos en detalle qué es la cirugía maxilofacial y en qué casos está indicada. No te lo pierdas.
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¿En qué consiste una cirugía maxilofacial?
Según portales profesionales, la cirugía maxilofacial se define como una especialidad odontológica que se encarga del diagnóstico y tratamiento médico y/o quirúrgico de las lesiones, defectos y enfermedades que involucran el aspecto funcional y estético de los tejidos duros y blandos de la cavidad bucal y las estructuras dentales. Esta disciplina engloba el monitoreo e intervención del cráneo, boca, dientes, maxilares, cara, cabeza y cuello.
En general, se pueden definir los procesos de índole maxilofacial en dos grandes bloques: los que se llevan a cabo en el consultorio bajo anestesia local (con o sin sedación) y los que son realizados en quirófano bajo anestesia total. Te los contamos a continuación.
1. Procedimientos bajo anestesia local
Aquí podemos englobar a todos aquellos procedimientos cuya invasividad es mínima, al menos en comparación con los que te vamos a contar en las siguientes líneas. Los más comunes son los que implican la extracción o arreglo de estructuras dentales, es decir: colocación de implantes dentales fijados en el hueso, extracción quirúrgica de dientes remanentes o extirpación de quistes benignos localizados, por ejemplo.
2. Procedimientos bajo anestesia general
En esta categoría se encuentran una gran cantidad de intervenciones. Te las enumeramos de forma somera en las siguientes líneas.
2.1 Drenaje de abscesos odontogénicos
Un absceso dental se define como la acumulación de pus en distintas zonas del diente y sus alrededores causada por una infección bacteriana. La cirugía es el camino a seguir cuando el paciente presenta los siguientes síntomas: dolor de muela intenso y persistente, sensibilidad bucal, fiebre, hinchazón en el rostro o en las mejillas, inflamación de los ganglios linfáticos y dificultad para tragar. Junto con el tratamiento antibiótico pertinente, el drenaje de los abscesos es esencial en cualquier proceso patogénico bucal.
2.2 Extracción de tumores y quistes orales
Un tumor oral puede originarse en cualquier tejido bucal, lo que incluye los labios, la lengua, el suelo de la boca, la porción trasera del paladar, huesos músculos y nervios. En muchos casos, el procedimiento de extracción del tumor o quiste debe ser complementado con un proceso de reconstrucción, es decir, la colocación de injertos óseos o de material de osteosíntesis.
2.3 Reconstrucción de los maxilares
Los maxilares, huesos esenciales para la estructura ósea facial, son especialmente relevantes para la biomecánica y anatomía de la cara. A veces estos pueden verse comprometidos, ya sea por accidentes y lesiones o por malformaciones genéticas. La cirugía maxilofacial se encarga de reconstruirlos.
2.4 Cirugía ortognática
La cirugía ortognática es la variante de las intervenciones maxilofaciales más común de todas. En este caso, la intervención trata de corregir las condiciones de la mandíbula y la cara relacionadas con la estructura, el crecimiento, la apnea del sueño y los trastornos de la articulación temporomandibular (entre otras muchas cosas).
A rasgos generales, en esta intervención se “cortan” los huesos maxilofaciales comprometidos, se mueven, se modifican y se realinean para solventar una deformidad dentofacial. Cabe destacar lo común que es someterse a este tipo de procesos, pues se calcula que hasta el 5 % de la población general debe pasar por una cirugía ortognática con el fin de solventar sus problemas mandibulares.
2.5 Otras intervenciones
Si bien te hemos mostrado las intervenciones maxilofaciales más comunes (ya sea bajo anestesia local o general), nos hemos dejado algunos motivos de paso por el quirófano en el tintero igual de importantes. Algunos de ellos son los siguientes:
- Tratamiento de pacientes con labio y paladar fisurados.
- Realización de injertos óseos.
- Manejo de alteraciones de la articulación temporomandibular.
¿Cuándo es necesaria?
La cirugía maxilofacial, en la mayoría de los casos, es un vehículo efectivo para dar solución a los problemas funcionales y estéticos por deformidades y afecciones del esqueleto facial que imposibilitan un correcto colocamiento correcto entre los dientes. En muchos casos la ortodoncia no da los resultados deseados, razón por la cual toca recurrir a una cirugía.
El objetivo principal de este procedimiento es conseguir una buena estabilidad de las estructuras englobadas en la fisiología oral. Por esta razón, comprende intervenciones con fines tanto estéticos como de salud general.
Fases de una cirugía maxilofacial
En primer lugar, el profesional indicado deberá realizar un diagnóstico y planificación del procedimiento, el cual será único para cada paciente. En este periodo pre-operatorio se acude a los análisis faciales, radiografías, estudios de tejidos blandos y otras técnicas de exploración.
En segundo lugar, se aplica una ortodoncia al paciente. Por desgracia, este paso es inevitable antes de cualquier intervención que no sea inmediatamente necesaria (como la extracción de un tumor o el tratamiento de una lesión o un absceso) y suele durar unos 18 meses aproximadamente.
En tercer lugar, se realiza la intervención quirúrgica propiamente dicha, ya sea bajo anestesia local o general. En lo que al postoperatorio se refiere, este variará drásticamente en base al procedimiento realizado y las necesidades de cada paciente. En general, se estima que el paciente experimentará una inflamación oral que puede durar entre 6 semanas y 6 meses. Además, es importante destacar que el proceso de recuperación ante este tipo de intervenciones suele ser lento, razón por la cual toca armarse de paciencia y seguir al pie de la letra las recomendaciones propuestas por el profesional sanitario.
Consideraciones finales
Tal y como indican fuentes profesionales en la materia, la mayoría de las intervenciones englobadas en la cirugía maxilofacial suelen ser un éxito. La cirugía ortognática (corrección de la mandíbula) es el mejor ejemplo de ello pues, al ser una condición que se puede abordar a largo plazo, los profesionales pueden permitirse un proceso de planificación previa que tenga en cuenta las necesidades funcionales y estéticas de cada paciente, así como el anticipado de posibles eventualidades como una vía aérea de difícil acceso o la necesidad de hemotransfusión transoperatoria
Por otro lado, el abordaje de las infecciones bucales y los accidentes óseos son urgencias médicas que deben ser abordadas con la máxima presteza posible, pues hay un riesgo probable de deterioro sistémico irremediable. Ante cualquier infección bacteriana, el riesgo de diseminación del agente patógeno hacia el torrente sanguíneo es una amenaza que siempre debe ser tenida en cuenta.
Resumen
Como hemos podido ver en estas líneas, la cirugía maxilofacial no se trata de una cuestión únicamente estética en la gran mayoría de los casos. Una mandíbula defectuosa puede suponer un mal contacto dental, un proceso de masticado deficiente, una asimetría facial clara y otros muchos eventos que van más allá de “verse guapo”. Por otro lado, las infecciones bacterianas de la boca deben atajarse con máxima presteza, pues el riesgo de bacteriemia presiona hacia una intervención inmediata.
Sea como fuere, las cirugías maxilofaciales son procesos que requieren generalmente de una recuperación lenta y relativamente costosa, razón por la cual toca armarse de paciencia y seguir las indicaciones médicas a rajatabla. A veces, la única opción para solucionar un problema es pasar por quirófano.
Referencias bibliográficas
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